EDITORIAL

Un mal salto

Albert Puyuelo26/06/2025
“Esperemos que este tipo de eventos improvisados, como si fuesen micro-raves de MTB, no se conviertan en tendencia”
Lugar del salto, en un acceso a una urbanización Bosc d'en Vilaró, en la Serralada de Marina
Lugar del salto, en un acceso a una urbanización Bosc d'en Vilaró, en la Serralada de Marina.

En una sierra muy cercana a Barcelona, un ciclista se lanzó desde una rampa improvisada y cruzó volando (mal) una carretera antes de estrellarse contra el asfalto. Alrededor, varios espectadores grababan la escena con sus móviles. Como era de esperar, las imágenes se viralizaron rápidamente. En uno de los vídeos se apreciaba, además, un detalle: los ‘organizadores’ del evento habían retirado un tramo de guardarraíl para que el ciclista pudiera aterrizar sin quedar seccionado.

Retirar elementos de seguridad vial, como guardarraíles, no solo es ilegal, sino que supone un grave riesgo para todos los usuarios de la vía. Colocar rampas de salto en medio de un entorno natural protegido, sin autorización ni control alguno, también lo es.

Esperemos que este tipo de eventos improvisados, como si fuesen micro-raves de MTB, no se conviertan en tendencia. Porque recuerdan un poco a aquellas irrupciones clandestinas en vagones de metro: aparece gente de golpe con música a todo volumen, llenan un vagón, lo grafitean y luego huyen despavoridos antes de que las autoridades los puedan ni tan solo identificar. La adrenalina y los likes como única brújula moral.

En cuanto el vídeo circuló, algunas voces políticas aprovecharon para condenar el acto y denunciar el impacto medioambiental que este tipo de prácticas supone. Curioso. Porque por esa misma carretera circulan coches y camiones día y noche… y atraviesa el parque desde hace décadas, ¿o es que la carretera llegó antes que el bosque?

Lo cierto es que estos episodios insensatos dañan la imagen de todo el colectivo ciclista. Porque no solo se puso en peligro al propio ciclista, sino que también se interrumpió el tráfico y se generó una situación insegura. Ahora, los que defienden más control en zonas privadas de uso público estarán contentos.

El resultado: se abre la puerta a más regulación, a más restricciones. Y, como siempre, los que llevaban años trabajando en positivo por la convivencia y el acceso a los espacios naturales, retroceden varios pasos.

La directora del parque de la Serralada de Marina declaró a El País que se anima a los usuarios a “notificar cualquier instalación que pueda suponer un peligro”. El ADF de la zona desmontó las rampas poco después del accidente. Mientras tanto, en redes sociales, algunos usuarios compartían imágenes de otras estructuras similares en ubicaciones cercanas, advirtiendo: “todavía queda esta”. Se hablaba de degradación del entorno, sin embargo, en el mismo lugar… vemos basura. ¿Sabéis la típica nevera abandonada en la cuneta y que nadie recoge? ¿O restos de obras? Pues eso.

Si lo que se quiere realmente es proteger el parque, quizá deberían plantearse medidas radicales: cortar carreteras, cerrar accesos, limitar totalmente el tránsito. Absurdo, ¿verdad? Pues tanto como cargar contra toda una comunidad ciclista por culpa de unos pocos inconscientes.

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