Durante la temporada 2024, el ciclismo de carretera se ha consolidado como uno de los grandes protagonistas del mercado bike, registrando un aumento en ventas del 11,58% en unidades. Este crecimiento marca una recuperación sostenida de una categoría que, durante los años recientes, había experimentado cierto estancamiento dentro de un mercado marcado por la sobreoferta, los cambios postpandemia y el foco en nuevas disciplinas (Gravel y e-Bikes, básicamente). Hoy, podemos ver – a través de los datos de mercado - que la carretera está redefiniendo su papel dentro de un ecosistema ciclista más segmentado, técnico y maduro.
Según el estudio Las Grandes Cifras del Sector Bike elaborado por Interempresas - Tradebike con el patrocinio de Cetelem, durante el periodo 2023-2024 se vendieron en España 93.022 bicicletas de carretera. Esta cifra representa un 6,5% del total de bicicletas comercializadas en el país (1.420.053 unidades) y supone un incremento del 11,58% con respecto al ejercicio anterior. En términos relativos, puede parecer una porción modesta del mercado, pero el dato gana relevancia al considerar el contexto: no todas las categorías han crecido, y algunas —como la bicicleta urbana— incluso muestran caídas o estancamiento.
El crecimiento general en ventas de bicicletas completas ha sido del 12,48%, impulsado sobre todo por la fuerte demanda de bicicletas infantiles. Sin embargo, dentro del segmento bike, la carretera destaca por su regularidad. No se trata de un repunte esporádico, sino de una progresión coherente con la evolución del perfil del consumidor ciclista, cada vez más especializado y menos dependiente de las modas.
El comportamiento del mercado en términos de valor también muestra señales positivas. Las bicicletas de carretera generaron 242,96 millones de euros en ventas, lo que equivale al 16,1% del total del mercado de bicicletas (1.511,18 millones de euros), con un crecimiento del 9,26% respecto al periodo anterior. Aunque el mercado sell-out en general solo creció un 1,59% en valor respecto a 2023 —hasta alcanzar los 2.678,3 millones de euros—, la carretera demuestra que sigue siendo una categoría de alto componente técnico y valor añadido.
En un contexto donde las promociones y descuentos continúan marcando el ritmo comercial, especialmente tras el exceso de stock acumulado en 2022 y 2023, el segmento de carretera ha logrado mantener su posición sin erosionar en exceso su percepción de valor. Esto se debe a que el consumidor de este segmento no se limita a buscar precio: valora la innovación real, la fiabilidad del producto y su conexión con marcas que representan un estilo de vida ligado al rendimiento y la excelencia.
Una de las causas del repunte de la carretera está relacionada con el aumento general del uso de la bicicleta en entornos urbanos. Muchos nuevos ciclistas, inicialmente atraídos por razones prácticas —movilidad, sostenibilidad, eficiencia frente al transporte público— han dado el salto hacia una práctica más deportiva o recreativa. En este contexto, la carretera ofrece una vía de progresión natural por su carácter técnico, su cultura de comunidad y su conexión con el rendimiento.
Al mismo tiempo, el ciclismo como estilo de vida ha ganado espacio: ya no es sólo una práctica deportiva, sino una actividad social, saludable y emocionalmente satisfactoria. Esta evolución también ha permitido a la carretera crecer en su base de usuarios, más allá del perfil tradicional masculino y competitivo, incorporando una comunidad más diversa, con nuevos valores y expectativas. Y, por supuesto, no olvidemos el gran éxito de muchas carreras de ciclismo Road que reúnen a miles de ciclistas anualmente, colgando el cartel de completo en cada edición.
Cada vez es más habitual ver a tiendas que organizan salidas en grupeta desde su establecimiento. También ha aumentado mucho el número de ciclistas presentes en carreteras por las que hace años nadie hubiese pedaleado. Los que no son ciclistas se quejan cada vez más de que las vías de circulación antes habitadas por coches ahora tienen a ciclistas de por medio. En España se está empezando a aprender a convivir con bicicletas en las carreteras, los ciclistas tienen menos miedo a pedalear con vehículos a motor adelantándolos.
Dentro de esta evolución del mercado de carretera, el ciclismo femenino ocupa un lugar destacado. El número de mujeres ciclistas ha crecido de forma sostenida en los últimos años, tanto en el ámbito amateur como en el deportivo y urbano. Este crecimiento no es sólo cuantitativo: también implica un cambio cualitativo en la forma de entender el producto, la comunicación y la estrategia de marca.
Solo hace falta salir a la carretera y ver cuantas mujeres están pedaleando, el número ha aumentado muchísimo y lo sigue haciendo. Tanto en Road como en Gravel, el ciclismo femenino está en auge. El desarrollo de equipamiento específico, el aumento de la visibilidad mediática y la creación de equipos femeninos profesionales han contribuido a generar un ecosistema más inclusivo. El sector ya percibe el ciclismo femenino no como una oportunidad futura, sino como un motor real de crecimiento. Las marcas que están invirtiendo en comunicación segmentada, producto técnico adaptado y colaboración directa con ciclistas están posicionándose como referentes en una categoría en plena transformación.
Otra razón del fortalecimiento del segmento es la mayor demanda de productos de alto rendimiento. El ciclista de carretera busca eficiencia, diseño, ligereza y soluciones avanzadas. Muchas marcas han sabido conectar con este tipo de usuario mediante lanzamientos orientados a la optimización del producto, tanto en bicicleta como en equipamiento. A veces, un pequeño detalle puede cambiar radicalmente un producto orientado al Road. Estamos acostumbrados a escuchar aquello de ‘probado en túneles de viento’ o parecido, y no le solemos hacer mucho caso, pero los productos que se han testeado utilizando las últimas tecnologías siempre acaban marcando la diferencia (y el camino a seguir).
La evolución tecnológica se ha materializado en tendencias claras: aumento del uso de neumáticos de mayor sección (28 mm como estándar y progresión hacia 30 mm o 32 mm), mayor adopción del sistema tubeless por su fiabilidad y confort, y una integración creciente de componentes para maximizar la aerodinámica y la estética. A ello se suma una mejora notable en textiles y calzado, con tejidos técnicos, cortes anatómicos y un diseño más funcional. El resultado busca una experiencia de uso más cómoda, eficiente y también personalizada. De hecho, hay que destacar la personalización de muchos productos: ya no se trata solo de hacer unos maillots para una grupeta sino de que cada usuario pueda elegir cuantos más elementos posibles de su producto (a través de varios sistemas, elegir todos los colores de unos guantes, por ejemplo). O también vemos que hay sillines imprimidos en 3D o zapatillas con una suela formada siguiendo la plantilla del usuario.
Recientemente, hemos hablado con varias marcas que nos contaban cómo implementaban la inteligencia artificial en la creación de productos. En algunos casos, aseguran que el trabajo de diseño de novedades se ha reducido en más de la mitad del tiempo. Lo que podía tardar un año en ser creado, ahora puede que tarde unos pocos meses gracias al uso de la IA. Se viene una aceleración que – probablemente – dejará atrás a aquellos que no se monten en el tren de la inteligencia artificial.
Frente al protagonismo que han tenido en los últimos años las bicicletas urbanas, las e-bikes o el Gravel, la carretera recupera protagonismo desde una base técnica, emocional y cultural. Se trata de una disciplina que no ha necesitado reinventarse por completo para crecer: ha bastado con que los cambios del entorno social, urbano y deportivo la volvieran relevante, actual y deseable. En ello han influido también, no lo olvidemos, la prominencia de los grandes ciclistas profesionales del momento: se ha despertado la pasión otra vez. Culpad a Pocagar y compañía.
Por otro lado, tenemos que mencionar a las e-Road, que no es un segmento en el que estemos descubriendo grandes novedades. La demanda es baja y pocas marcas se atreven a lanzar una apuesta clara por el ciclismo eléctrico de carretera. De hecho, cuesta ver bicis de este tipo circulando por carreteras de nuestro país. Quizás nos encontremos en una fase de paso hacia una consolidación tecnológica. La bici de carretera es la más exigente en cuanto a pesos y aerodinámica, esto podría explicar que sea la última en recibir las e-bikes en su disciplina. Puede que estemos a la espera de una revolución y que las e-Road se muestren como una tendencia, pero tendremos que esperar todavía. Recientemente, descubrimos la noticia de que una empresa había creado – gracias a una inteligencia artificial – un nuevo tipo de imán que no utiliza metales de tierras raras, y que podría cambiar para siempre nuestro concepto de motores. Tenemos, por lo tanto, mucho futuro (y mucha espera) por delante.
La bicicleta de carretera muscular no solo se mantiene firme, sino que se proyecta como uno de los pilares estables dentro de un sector que está cambiando de piel. Ya no se trata de un producto de nicho para ciclistas experimentados, sino de una categoría abierta, en expansión, que combina precisión técnica, sentido de comunidad y una cultura ciclista con décadas de legado.
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